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“La felicidad se consigue cuando hacemos un acuerdo entre la razón y la emoción con nuestras acciones.” *
Las emociones pueden ser energía vibrante para recorrer los caminos de la vida y disfrutarlos, una música melancólica de fondo que pone un ritmo a nuestros actos y también una nube abrumadora que nos mantiene estancados en ánimo tormentoso, según lo que hacemos para generarlas, atenderlas y gestionarlas. También influyen en nuestra autoestima, relaciones con los demás, salud y productividad.
Vamos a sumarlas a nuestro propósito y bienestar, con la información que nos han transmitido científicos, sociólogos y psicólogos, expresadas en estos tips:
Darnos cuenta que emoción experimentamos en nuestro cuerpo y en los demás: Existen gestos, posturas, patrones de respiración, entre otras expresiones que nos dan la pauta para estar conscientes de ellas. Siente lo que evoca pensar en el día lunes o en el sábado, lo que te provoca el color rojo o el celeste; ¿Qué pasa por tu mente si piensas en una persona que amas o en una que te aborrece?. Con algunos se dibuja una sonrisa sincera en el rostro y con otros nos ponemos ansiosos, enojados o intimidados. Sirve entendernos y nombrar esas emociones. También funciona adoptar posturas de alegría, sonreír más y respirar conscientemente. Sé un auto-observador.
Ponernos en situaciones que nos generan emociones positivas: Descansar, ir a espacios de naturaleza, salir a caminar y/o hacer otro ejercicio, arreglarnos físicamente, rodearnos de la gente con la que nos sentimos contentos, apreciados. Y a su vez, limitar el tiempo frente a escandalosos noticieros, elegir a quienes seguimos en nuestras redes sociales, limitar el contacto con quienes no nos sentimos cómodos o poner límites a lo que nos desgasta con peticiones o distanciamiento.
Darnos tiempo de hacer aquello que disfrutamos: Meditar, leer un libro, cantar, montar bicicleta, meternos al mar, asistir a un concierto, tomar un café con amigos, visitar un bosque, un museo u otro lugar que llame nuestra atención. Lo ideal es incorporarlo a una agenda de manera diaria, semanal o mensual, según la disposición posible, y tener una rutina de recarga emocional.
Hacer de la música una aliada: Tener listas de música que nos alegre, otra que nos ayude a concentrarnos, una para escuchar solos y otra en compañía. También identificar podcast, audiolibros u otros recursos que podamos escuchar en el coche u en otros momentos y nos aporte.
Generar expresiones creativas: A algunos les gusta escribir, a otros pintar, cantar, bailar. También puede ser creativo y muy tranquilizante organizar un espacio, limpiar y convertir un escritorio lleno de papeles en un organizado espacio de trabajo. Además el orden externo ayuda al orden en nuestro interior.
Encontrar el sentido de las emociones que aparentemente son negativas: Hay momentos en que las emociones que nos invaden, como la tristeza, ira, frustración u otras que se ven como negativas. Sin embargo, es importante vivirlas y saber que también se pueden disfrutar. Éstas emociones pueden traer sentido y aprendizaje a nuestra vida. Pueden expresarse y sanar, como cuando desinfectamos una herida… Llorar nos permite limpieza emocional, al igual que otras expresiones. Una pérdida que suele ser triste, puede enseñarnos a desapegarnos, incorporar perspectivas amplias y ser humildes frente a los obstáculos de la vida. También nos pueden impulsar a tomar decisiones, ser más empáticos y compasivos con nosotros y los demás.
Experimentar emociones momentáneas tomando en cuenta satisfacción de mediano y largo plazo: Un cantante demasiado emocionado tendría dificultad para actuar, alguien que busca intensidad extrema en sus emociones podría excederse en fiestas, videojuegos o sustancias perjudiciales. No comer algo sano puede darnos más satisfacción que disfrutarlo en el momento, si es por cuidar el peso. Por ejemplo.
Incorporar la conciencia y racionalidad a los impulsos emocionales: Es lo que nos aporta Daniel Goleman*. Podemos en lugar de reaccionar, planificar y elegir acciones que a corto, mediano y largo plazo nos traigan mejores resultados. Por ejemplo cuando un niño riega su bebida, sin inteligencia emocional se le grita y culpa, con inteligencia emocional se le explica que tenga cuidado y eso le ayuda a aprender. Otro ejemplo es cuando hay una situación de miedo, sin inteligencia emocional se contagia el miedo y con inteligencia emocional se trae calma y se buscan soluciones. Si sabemos manejar las emociones conscientemente pasan a ser constructivas, sean agradables o no.
Hacer una pausa para racionalizar las respuestas emocionales: Respirando profundamente, dando una caminata, alejándose un momento, conversando con alguien al respecto o incluso golpeando a una almohada u de cualquier manera en la que te puedas desahogar y volver a ser el dueño de la emoción, y no viceversa.
Auto-observar también la diferencia entre emoción y estado de ánimo: Como lo explica Rafael Echeverría*. Lo primero es más efímero y lo segundo ya es cómo estamos la mayoría del tiempo, como un pez en el agua. Si nuestro estado de ánimo no es positivo vale la pena buscar ayuda profesional.
Enfocarnos en lo que agradecemos más que en lo que nos falta: Reconocer los logros, talentos y habilidades en nosotros y en los demás. Valorar cada día y celebrar cuando terminamos algo, cerramos etapas de la vida o se presenta la ocasión.
Empezar por uno mismo: Hacer lo que esté a nuestro alcance por regalarnos un estado de ánimo positivo, aún con las distintas emociones que vienen y van, y de las circunstancias que nos presente la vida. Y seguir transmitiendo a los demás: visitar, escribir o llamar a quienes amamos, compartir lo que tenemos.
Darnos permiso para estar satisfechos en la vida y hacer lo que nos nutre emocionalmente, empezando por hábitos CARE (Connect, Activate, Relax, Eat Real).
Bibliografía:
*En internet, junio del 2020, https://www.mundifrases.com/frases-de/toni-garcia-arias/?tag=emociones#start-content, citado del libro:
Toni García Arias. (2016). Educación Emocional Para Todos. Madrid, España: LOQUENOEXISTE.
*Rafael Echeverría. (2003). Ontología del Lenguaje. Chile: Comunicaciones Noreste.
*Daniel Goleman. (1999). Inteligencia Emocional. Bilbao: Comfematal.