No siempre podemos contratar a los mejores asesores empresariales, o tal vez simplemente no queremos hacerlo.
Si no puedes o no me quieres contratar, pero me tomas por sorpresa y rápido en un pasillo, en un coctel o entrando al lobby de una de las tantas empresas que asesoro y me pides que al menos te resuma los principales 7 aprendizajes que he logrado descubrir trabajando junto a Gerentes Generales y dueños de empresas a lo largo de toda América Latina, serían los siguientes 7:
El 7 te lo digo en unos minutos porque es sin dudas el más importante.
Veamos cada uno de ellos con mayor detenimiento:
Repasa tus ultimas contrataciones. Revisa el tiempo y la dedicación que le han dedicado en tu empresa. ¿Crees que podrían haberlo hecho mejor? ¿Cuál es el riesgo de contar con más información para la toma de decisiones?
En lo que respecta a contratación: más, es más. Todos podemos mentir y ser alguien que le agrade al otro por una hora, eso no es complejo. También podemos saber que debemos responder ante los test psico laborales tan famosos entre las consultoras de reclutamiento.
Las nuevas tendencias mundiales hablan de destinar 1 día entero para la contratación de puestos claves. Si, como lo has leído. Un día entero. Es muy difícil, por no decir imposible “blufear” a cualquier persona durante todo un día. Por más experto que sea en el arte de la actuación, y por más test que se haya estudiado, nadie puede hacerlo. Y si lo hace, contrátalo de inmediato ?
Y con relación a los despidos, la principal causa de arrepentimiento que he aprendido asesorando a decenas de CEO cuando se refieren al tema de despedir a su personal siempre es la misma: “lo debería haber despedido meses antes”.
Si, los genios de la toma de decisiones siempre responden lo mismo. Se arrepienten de no haberlo hecho antes. Y es cierto. ¿Cuál es el impacto en dinero, en horas y en sus propias emociones de contar con “detractores” dentro de tu equipo?
Por eso, contrata muuuuy lento y despido muuuuy rápido.
Es duro de leerlo, lo sé. Y es más duro de escucharme decírselo a los CEO que asesoro. Pero no por eso es menos cierto. Hay que reciclar al equipo. Siempre. Sin importar los resultados.
Se que es muy frío mi planteamiento. Pero no por eso menos lógico. Veamos este aprendizaje con un simple ejemplo.
Tomemos dos vasos de agua (Aclaración para los preguntones: cada vaso es de la misma medida de 200ml)
El vaso A contiene agua mineral pura, muy pura. De la botella de agua mineral más costosa del mercado.
Ahora tomemos el vaso B con agua podrida, con las peores bacterias que cualquier agua estancada puede contener. Agua que no ha circulado del vaso en 1 año entero.
¿Qué agua beberías? Simple pregunta, ¿no? Estoy seguro de que sería el agua del vaso A. Espero que así sea.
Ahora hagamos un pequeño cambio de escenario. Imaginemos que dejamos el vaso A durante 1 año sobre la mesa, sin reciclarlo. Simplemente lo dejamos reposar durante 365 días (o su equivalente a 8760 horas). Se entiende, ¿no? El vaso A reposará durante 1 año entero.
Tomamos el vaso B (el vaso con agua podrida) y lo ponemos durante ese mismo año debajo de una canilla (grifo, lleve) con agua potable. Lo dejamos debajo durante 1 año entero con la canilla abierta (si, lo sé, ahora me castigarán los ambientalistas de la misma manera que lo hizo mi hija cuando le conté el ejemplo. Es solo un ejemplo ?)
Luego de 1 año, ¿qué agua beberías?
Yo seguramente el agua del vaso B. El vaso que alguna vez contuvo agua podrida contiene ahora agua renovada, reciclada y fresca. Y el vaso que alguna vez contuvo agua fresca, contiene ahora agua estancada, turbia y descompuesta.
Suena menos maléfico con el ejemplo del agua, ¿no? Ahora la pregunta es: ¿lo aplicarás en tu equipo?
Nuestros padres, abuelos, tíos, maestros. Todos nos mintieron desde pequeños. Siempre nos dijeron que somos todos iguales. La verdad es que no es así. Ni remotamente cerca de que sea así.
Somos todos distintos. Y para poder identificar cómo es la persona que se encuentra frente a ti en este preciso momento hay varias herramientas que puedes utilizar.
Como Asesor y Coach de CEOs la que más me acomoda es la internacional DISC. Herramienta que perfila a los profesionales en 4 tipos de personalidad. Si bien desarrollaré este concepto con profundidad en mi siguiente artículo, veamos muy por encima de que se trata.
DISC menciona 4 tipos de personalidades según su energía y su interés. Toma estas dos variables, y al relacionarlas obtienes los 4 estilos. Simple.
Según su energía, los segmenta en extrovertido (alta energía) e introvertido (baja energía)
Según su interés, los segmento en racionales (foco en resultados) y sociales (foco en personas).
Y luego los cruza.
Ahora bien, todos tenemos un poco de cada uno de los estilos. Pero siempre hay uno con más peso que los demás. Yo por ejemplo soy: IDSC. Como puedes ver la variable de energía es más potente que la variable interés.
¿Cómo eres tú? Te dejo un link al test gratuito.
Si te pregunto sobre tu más grande motivación y me dices tus hijos estás en serios problemas. Ojo, yo también soy padre, y adoro a mi hija Mora. Y los hijos son una de las más relevantes fuentes de motivación de un ser humano.
Motivación significa simplemente tener un motivo. Un motor para hacer algo. Y que tu motor sean tus hijos está bien, pero no puede ser nunca tu único (o más grande motivo de vivir).
Pero si ella es mi más grande motivación, ¿qué sucedería conmigo si ella deja de existir en este mundo? Si soy coherente, debería hacer como Romeo y dejar yo también este mundo a sus pasos.
Si tú eres así, entonces respeto y admiro que tu motivación sean tus hijos. Yo sinceramente no podría hacerlo.
¿Se entendió el punto?
He aprendido que los más power CEOs son motivados por el miedo a fracasar. Ojo, no son todos. Están constantemente con su sombrero negro puesto y analizando el PEP (peor escenario posible).
Nunca dejan de ser positivos sobre la visión de sus empresas. Pero cuando se trata de tomar decisiones en pos de su visión, los que más efectividad han demostrado son quienes tienen el miedo al fracaso como principal motivador.
Simple. Revisa en tu agenda semanal. Hazme el favor. Seguramente veras tu listado de cientos de nuevas cosas para hacer.
Supervisar tal cosa. Implementar tal otra. Y el listado sigue. No conozco profesional que no ande con su cuadernito de cosas para comenzar a hacer.
Y está bien que surjan nuevas actividades e iniciativas. De esa manera se moviliza la empresa hacia la visión. Vender más, ejecutar más. Nuevas iniciativas, nuevos procesos.
Pero me viene una pregunta a la mente: ¿Qué dejarás de hacer para comenzar a hacer estas nuevas actividades?
Tu día tiene las mismas 24 horas que todo el mundo. Y no puedes agregar más RAM a tu cerebro. Simplemente le sigues agregando más y más “tasks”. ¿Qué estás esperando? ¿Qué se cuelgue tu cerebro?
¿Cuándo comenzarás a anotar tus actividades “de dejar de hacer”?
Me gusta siempre partir por ejemplos cotidianos para luego extrapolarlo al mundo empresarial.
Imagínate darle una orden a un adolescente de 15 años. Cualquier orden. Veamos…por ejemplo: “no llegues a casa después de las 11 de la noche”. Nada raro, ¿no? ¿Te suena familiar?
Ahora, imaginemos que ese adulto que le dio la orden no la hace cumplir. ¿Cuál es el impacto en el nivel de “autoridad” de ese adulto desde la mirada del adolescente? Probablemente muy bajo, ¿no?
¿Cómo crees que ese adolescente “tomará” las futuras instrucciones del adulto? Yo te respondo esta pregunta. Simple, con un nivel de autoridad con tendencia hacia la baja.
De la misma manera ocurre con tu equipo. Los grandes líderes hacen cumplir sus instrucciones. Si dicen no se llega después de las 11 de la noche, te aseguro que, si alguien de su equipo llega después de esa hora, arde troya. Y está bien que eso suceda.
De la misma manera que saben que solo darán instrucciones que están dispuestos a sostener a lo largo del tiempo.
Cuando recién partía el COVID-19, allá por marzo 2020, le pregunté a un gran CEO (y tremendo líder) cuáles sería las medidas que iba a tomar para gestionar la crisis y cuál sería su criterio. Su respuesta fue notable: “Pablito, todas aquellas que pueda sostener por al menos 12 meses”.
El aprendizaje #7, el más importante es el siguiente:
No improvises, entrénate, no des ventajas, nunca.
Liderar es complejo, todos quieren ser líderes y está bien. Pero no todos saben hacerlo. Si no entrenas antes del partido, entrenas durante el partido.
Lo bueno es que si estas leyendo este artículo es porque eres un líder y quieres evolucionar hacia una mejor versión de ti mismo. Porque los grandes líderes saben que siempre hay un siguiente nivel. Y que aún hay más por aprender.
Como te dije, hace más de 10 años que asesoro a Gerentes Generales y dueños de empresa. Soy el líder de Renaissance Executive Forums en Santiago de Chile, una organización internacional de líderes empresariales,CEOs, Gerentes Generales, dueños de empresa y altos ejecutivos. Nos reunimos todos los meses para debatir los temas estratégicos de cada una de sus empresas. Y de estas reuniones es que han surgido estos primero 7 aprendizajes.
Aprende. Crece. Comparte.
