Ahora que las vacaciones han quedado atrás, es hora de ponerse serio y establecer nuevos objetivos comerciales para este 2022. Recordamos una cita de Fletcher Byron, quien señaló; “Al proverbio que dice ‘Un viaje de mil millas comienza con un solo paso’, le agregaría ‘y un mapa de carreteras’”. Tus metas organizacionales son esa hoja […]
Lee el artículoEl Impacto de Empleados Tóxicos
El deseo de una mayor retribución, la flexibilidad laboral, el aumento de la responsabilidad y la mejora de los títulos han contribuido a la rotación laboral que ha alcanzado proporciones de maremoto. Curiosamente, sólo los analistas empresariales más dedicados han explorado el impacto de los empleados tóxicos en la expulsión de los miembros más deseables del equipo.
Sin embargo, como ha observado la Dra. Amina Aitsi-Selmi: “¡La gente no deja el trabajo, deja las culturas laborales tóxicas!”.
¿Por Qué Debemos Preocuparnos?
Las personas infelices causan estragos y pueden destruir hasta la empresa más exitosa. Rodeados de empleados tóxicos, casi la mitad de los empleados disminuirán su esfuerzo laboral y pasarán menos tiempo en el trabajo de forma intencionada, mientras que el 25% de los empleados que son víctimas de la incivilidad descargan sus frustraciones en los clientes.
Los empleados tóxicos alejan a los compañeros de trabajo, lo que hace que el 80% de sus compañeros se preocupen por la descortesía del empleado agresor y que el 78% se comprometa menos con la organización.
Y cuando el 63% de los trabajadores dicen que se esfuerzan por evitar a un compañero de trabajo ofensivo, eso, por su propia naturaleza, debe tener un impacto negativo en el resultado final.
Definiendo Nuestros Términos
Un lugar de trabajo tóxico se caracteriza por el dramatismo, las luchas internas y las batallas personales que perjudican la productividad. Suelen ser el resultado de empleados (o empleadores) tóxicos motivados por el beneficio personal (poder, dinero, fama, estatus especial). En este tipo de entornos te encontrarás con personas poco éticas y mezquinas que se esfuerzan por aumentar su ventaja a costa de los que les rodean o que intentan desviar la atención de sus carencias de rendimiento y sus fechorías. No tienen lealtad a nadie más que a sí mismos.
Sin embargo, independientemente de la categoría en la que entren, los empleados tóxicos tienen una cosa en común: están envenenando el pozo. Se trata de esa persona de su equipo, la manzana podrida que no tiene nada positivo que decir, que enfada a los demás miembros del equipo y que hace que la vida laboral sea miserable.
Son, en una frase, malas noticias.
Gestionar a una persona tóxica puede consumir tu tiempo, energía y productividad, interponiéndose en tus otras prioridades. Pueden llevar fácilmente a un ambiente de trabajo demasiado estresante, haciendo que otros en la organización estén resentidos y odien SUS trabajos. En una circunstancia así, no es raro ver un aumento significativo del absentismo, y que todos los empleados enfermen más a menudo.
Lo llamamos el síndrome de “me duele el estómago por el examen de ortografía”.
¿De qué estamos hablando?
Los empleados tóxicos, por definición, son difíciles de tratar. Estos son los tipos con los que te sueles encontrar:
- Rebeldes (sin causa). A menudo se rebelan contra un padre autoritario o muy exigente. Esta persona odia a cualquiera que tenga poder sobre ella, rechaza la autoridad externa, tiene un ego enorme y es de piel fina. Se encontrará en luchas de poder, o habrá agresividad pasiva como respuestas retrasadas, malas ejecuciones y socavación a sus espaldas. Intentar dominar a esta persona rara vez es eficaz, y tus mejores opciones son despedirla (si no es buena en su trabajo) o hacerla sentir como si fuera una autónoma.
- Cínicos. Tanto si tratas con alguien que está a la defensiva, como si intentas desacreditar a los demás o eres un antiguo idealista, los cínicos pueden ser peligrosos porque se posicionan como racionales y realistas. Los cínicos transmiten el mensaje de que todo el mundo lo hace, hablando de cómo las corporaciones mienten y los políticos manipulan a las masas. Buscan formas de destruir el sistema, saltándose las partes sobre cómo la creación de situaciones en las que todos ganan hace que el sistema sea más justo. Algunos cínicos pueden tener éxito operando bajo la filosofía de cuanto más doy, más recibo. Sin embargo, es más probable que un cínico de bajo rendimiento destruya la moral del equipo y socave su autoridad.
- Empleados “justos”. Este empleado está ahí por el cheque de pago y no le dará ningún esfuerzo extra. Literalmente obtienes lo que pagas… pero ni un gramo más. Cuando le das a gente como ésta un trabajo extra, lo ven como si se aprovecharan de ellos, en lugar de ser probados para cosas mejores. No están motivados ni son especialmente brillantes y están pendientes del reloj para marcharse en el momento en que sea oficialmente la hora de dejar el trabajo. Esta persona no es mala… sólo es normal. Técnicamente hablando, esta persona no es tóxica, pero te lastrará si aspiras a algo más que a la mediocridad.
- Los de Piel Fina. Conseguir los mejores resultados en un entorno empresarial a veces significa ir a puerta cerrada y gritarse un poco. El problema es que esta persona tiene un ego frágil, y siempre hay que andar con pies de plomo, con un ojo puesto en la etiqueta, más que en los resultados. Este individuo se toma todo como algo personal, y si no te gusta algo de su trabajo, de repente ELLOS son malos. Esta persona no puede manejar las duras realidades de los negocios, y su necesidad inflexible de ser tratado con guantes de seda causará automáticamente un sacrificio de la eficiencia y los resultados de rendimiento. Incluir al empleado de piel fina en un equipo de alto rendimiento causará un drama innecesario, lágrimas o un asiento vacío cuando renuncie por haber sido intimidado y abusado verbalmente. El peor tipo de esta categoría es el empleado vengativo, que se siente herido, nunca olvida el desaire y le demanda por hacer su trabajo. Su mejor jugada de gestión con una persona así es transferirla a funciones más fáciles o, si no tiene espacio en su organización para los pusilánimes, sustituirla.
- Los que rehúyen. Ya conoces al tipo: el empleado que siempre está ocupado con proyectos misteriosos; que se toma largos almuerzos, muchas bajas por enfermedad y demasiado tiempo para terminar las tareas; y que, en general, hace lo mínimo para salir adelante. Los que rehúyen son MUY comunes, y a menudo se sienten con derecho a las cosas sin habérselas ganado. Es muy posible que hayan crecido con padres que se lo han dado todo. O viven para una noche de Netflix y pizza, y el trabajo es sólo algo para pasar.Muchos de los que eluden el trabajo no tienen ni idea de cómo funcionan las relaciones sanas. Siempre tienen un par de proyectos fáciles en marcha para parecer más ocupados de lo que realmente están. Y saben que si dificultan que la gente se acerque y trate con ellos, nadie les dará trabajo. Lo peor de todo es que se arriesgan a contagiar a sus compañeros de trabajo.
- Perseguidores del poder. Este empleado busca reemplazarte a TI, viéndote simplemente como un escalón hacia una carrera mucho más grande. Destruirán con gusto a cualquiera que se interponga en su camino, Maquiavelo es su autor favorito, y decir que son manipuladores sería quedarse muy corto. Puedes detectar a este empleado por su tendencia a apoyar totalmente a la dirección y los valores de la empresa en un esfuerzo por adquirir poder. Los buscadores de poder pueden ser fácilmente sociópatas, pero es más probable que sean increíblemente ambiciosos. No se sorprenda de que consideren que la política de una situación o la forma de eliminar a un rival son más importantes que los resultados reales. La mejor manera de evitar salir perjudicado es no cruzarse con ellos y compartir la menor cantidad de información posible.
- Chupamedias. No son muy ambiciosos, pero te adularán con la esperanza de que les des un trato de favor. Buscan el poder por reflejo, son intrínsecamente sumisos y se ponen morados con su jefe como medida defensiva. Sus acciones pueden ser tóxicas, ya que introducen la política en el lugar de trabajo y, en general, bajan la moral. Hacer creer a los demás que estás asociado, puede dar la impresión de que eres débil y fácil de manipular.
- Chismes. Está claro que esta persona no ha superado el instituto y la universidad. Se deleita en crear un drama a través de la difusión de rumores y le gusta meterse en los asuntos de todo el mundo.
- Depredadores. Estos empleados siempre buscan la forma de llevarse lo máximo posible. Tienen pocas normas morales y éticas, pueden ser fácilmente sociópatas y/o psicópatas, y rara vez tienen reparos en infringir la ley. Los depredadores son siempre el héroe de su narrativa interna, confabulando y conspirando para defraudar a los demás. Son, en una palabra, peligrosos, destruyen la moral del equipo, crean problemas legales a su empleador y provocan enormes problemas de relaciones públicas allá donde van. Si ves signos de personalidades con trastornos antisociales, empieza a documentar inmediatamente para cubrirte las espaldas… porque este es el tipo de personas que leerán las leyes corporativas y buscarán cosas que estés haciendo mal… SOLO para poder demandarte. Deshazte de ellos lo antes posible, porque son una crisis que sólo busca un lugar donde pasar.
¿Cuál es su próximo movimiento?
Un estudio de la Harvard Business School sobre más de 60.000 empleados reveló que “un empleado superestrella, que modela los valores deseados y ofrece un rendimiento constante” supone un ahorro de costes de más de 5.300 dólares para la empresa. Evitar una contratación tóxica, o despedirla rápidamente, supone un ahorro de 12.500 dólares.
Por supuesto, despedir a alguien debería ser la última opción. Primero querrás:
- Determinar la causa del mal comportamiento, incluyendo;
- Descontento con el trabajo
- Luchas en la vida personal
- Frustración con los compañeros de trabajo
Un buen gerente puede determinar que un poco de asesoramiento podría resolver cualquier problema subyacente.
- Proporciona retroalimentación. Después de todo, el empleado tóxico puede no darse cuenta de que es la causa del problema. Dar una retroalimentación directa y honesta les ayuda a entender los problemas que están sobre la mesa y les da la oportunidad de cambiar.
- Proporciona consecuencias. Hazle saber al empleado tóxico que habrá posibles pérdidas si no se adapta. Averigua qué es lo que más le importa (trabajar desde casa, bonos, etc.) y motívalo amenazando con quitárselo.
¿Puede Salvarse Esta Persona?
Nada destruye más rápido una cultura que los sentimientos de peligro y desconfianza. Los líderes que esperan a contener el daño tóxico se arriesgan a perderlo todo.
Pero no todo el mundo puede salvarse. Algunas personas son incapaces de cambiar, y se ha descubierto que el cuatro por ciento de las personas tienen un comportamiento incívico simplemente porque es divertido y pueden salirse con la suya. Casos como éste exigen soluciones más serias.
Empieza por documentar sus ofensas y las respuestas que se han ofrecido. Esto establecerá un patrón de comportamiento; las medidas adoptadas para abordarlo; la información, las advertencias o los recursos proporcionados al empleado; y el hecho de que éste no haya cambiado. Mantén un registro de las quejas formales, las evaluaciones de rendimiento, etc., para protegerte a sí mismo y a la empresa, y para aportar pruebas irrefutables de por qué se ha despedido al empleado.
Vigila también a las personas más cercanas al empleado tóxico, ya que es probable que también se vuelvan tóxicas. Sin embargo, si separas discretamente al empleado tóxico del resto del equipo (reorganizando los escritorios, reasignando proyectos, programando menos reuniones de grupo, fomentando el trabajo desde casa), mitigarás gran parte del daño secundario. Como observó recientemente un miembro de uno de nuestros grupos de compañeros: “Es como proteger el cuerpo de una enfermedad”.
Cómo Soltar el Hacha
Cuando llegue el momento de separarse de un empleado tóxico, asegúrate de llevar a cabo el despido con un experto en RRHH en la sala. Consulta con antelación a un abogado experto en RRHH y haz que el empleado firme un acuerdo de separación legalmente vinculante antes de realizar cualquier pago económico.
Reconozcámoslo: los ex empleados descontentos pueden infligir mucho daño a la reputación de la empresa, dificultando potencialmente la contratación de la siguiente persona. Asegúrese siempre de que un posible empleado está alineado con la cultura y los valores fundamentales de la organización antes de contratarlo.
Sin estas precauciones, de la noche a la mañana tu simpático grupo de empleados puede convertirse en una banda de renegados en la que nadie tiene lealtad a la empresa ni a nada más allá de su sueldo.
Y mantén la calma cuando te encuentres con un empleado tóxico. Sé paciente, directo, proactivo, coherente y quítales el protagonismo. Te sorprenderá lo rápido que desaparece el problema.