Han sido tiempos difíciles para nuestros miembros durante el último año. En la mayoría de nuestros foros mensuales oímos hablar de otro reto que parece imposible de solucionar. Quiebres de stock y retrasos, dramáticos problemas de liquidez, empleados que miran otras empresas atraídos por ofertas salariales descabelladas y la frustrante búsqueda de nuevos y excelentes […]
Lee el artículo¿Qué habilidades laborales se necesitarán en el futuro?
La pandemia ha puesto al descubierto la desconexión entre las lagunas en la formación profesional y la creciente necesidad de empleados formados. Las economías se están reabriendo con la IA y otros cambios tecnológicos que dejan en el olvido las estrategias y tácticas más tradicionales.
A medida que las máquinas se vuelven más capaces y omnipresentes, los mercados laborales del futuro privilegiaran las competencias exclusivamente humanas del pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación y el trabajo colaborativo además de las habilidades cognitivas y profesionales.
Con el mundo adaptándose a esta nueva realidad, el siguiente paso lógico es preguntarse: ¿qué competencias necesitarán los trabajadores en el futuro para tener éxito? Se trata de una cuestión especialmente urgente en los países con poblaciones jóvenes, numerosas y crecientes.
¿Debes tener un trabajo?
El empleo tradicional será sólo una opción junto al trabajo independiente. Para preparar a las personas para los volátiles mercados laborales del futuro, deberán desarrollar muchas de las habilidades del emprendedor: detectar oportunidades, tomar iniciativa y movilizar tanto a las personas como a los recursos para lograr un resultado.
Por ello, todos los indicios de éxito futuro depende de una capacidad cada vez mayor para demostrar los siguientes conjuntos de habilidades:
1. Ser un pensador creativo. La capacidad de “pensar fuera de la caja” es una habilidad importante para los empleados de todos los niveles, ya que los preparamos para un mundo que está en constante estado de cambio. El pensamiento creativo es una habilidad que surge de forma natural en muchos niños, lo que les ayuda a comprometerse con el aprendizaje a lo largo de la vida, a la vez que se vincula a tareas significativas que les suponen un reto de forma imaginativa. A medida que envejecen, ayudar a estas personas a seguir siendo creativas (y, en cierto modo, infantiles) corresponde a los empresarios, muchos de los cuales han desalentado históricamente el pensamiento independiente en un esfuerzo por enseñar a los miembros del equipo a hacer las cosas “a nuestra manera”. Esta homogeneización del pensamiento ha provocado importantes pérdidas de productividad y, en muchos casos, la incapacidad de detectar oportunidades. Se puede esperar con seguridad que sea una fórmula mucho menos exitosa en el futuro.
2. Ser un solucionador de problemas. Tanto a nivel macro como micro, existe una necesidad crítica de ser capaz de resolver problemas de forma independiente y con otros. A medida que aumenten los retos, será cada vez más importante pensar “fuera de la caja”, o considerar posibilidades donde la caja ni siquiera debería existir. Teniendo en cuenta el entorno médico, medioambiental, económico y político actual, parece una conclusión segura que los problemas actualmente inimaginables serán, en poco tiempo, más complejos y abundantes.
Para hacer frente a esta esperada realidad, un número creciente de organizaciones están estableciendo programas de formación en gestión de crisis para el personal. Esto proporciona una sólida base para anticipar soluciones a los problemas del mundo real, que seguramente abordarán su disciplina particular. El reconocimiento generalizado de estas realidades garantiza que todos los sectores cuenten con un profundo banco de solucionadores de problemas que estén preparados antes de la próxima pandemia u otro colapso sistémico.
3. Ser capaz de colaborar. Dos tendencias opuestas (y contradictorias) en los últimos años han metido a más de una organización en problemas. Las que han seguido la filosofía del lobo solitario, en la que se considera que una sola persona tiene la capacidad de resolver los problemas, se ven en apuros cuando esta persona se retira de la ecuación por cualquier motivo. Sin embargo, las empresas que fomentan la capacidad de trabajar con otros y ser sociables se encuentran en posiciones MUCHO más fuertes. Así lo demostraron, durante los cierres de los últimos 18 meses, las empresas que contaban con más personal con formación transversal y comunicativa, lo que les permitía ser ágiles y capaces de adaptarse rápidamente a la dinámica cambiante del mercado.
Para sorpresa de nadie, los trabajadores más jóvenes suelen sentirse más cómodos con los entornos de los medios sociales y digitales, así como con los de otras redes instantáneas, lo que les hace perfectamente aptos para las comunicaciones colaborativas. Como habilidad esencial para la colaboración, esta formación inmersiva ayuda a los empleados a aprender al tiempo que apoya su bienestar emocional… especialmente importante en una época de cambios constantes.
4. Ser capaz de comunicarse eficazmente. Una comunicación eficaz significa ser capaz de colaborar adecuadamente en función de una situación determinada, un objetivo, los miembros del equipo, las personalidades y los factores externos. Las buenas habilidades de comunicación incluyen tanto las interacciones verbales como las no verbales, pero la pandemia ha hecho que estos conjuntos de habilidades sean problemáticos para muchos que se comunican con fluidez con la tecnología, pero que tienen problemas cuando se comunican a nivel personal. Considera la posibilidad de iniciar un programa de formación Dale Carnegie en toda la empresa… especialmente para los menores de 50 años.
5. Ser ético y empático. La segunda regla de Rotary International es “¿Es bueno para todos los implicados?” y en un mundo perfecto nadie recortará gastos. El problema es que, aunque muchos de nosotros aspiramos a hacer lo correcto (incluso cuando nadie nos mira), la cuestión de si nuestros actos coinciden con nuestras palabras está presente de forma crónica.
La igualdad de género y la igualdad racial han dado grandes pasos en los últimos años, destacados por los movimientos inspirados por #METOO y George Floyd. Para ser verdaderamente éticos y empáticos, los miembros del equipo deben tener la capacidad de ser desinteresados, solidarios, serviciales y respetuosos con las religiones, culturas, razas y géneros de los demás. Dadas las grandes tendencias sociales y la capacidad, a través de las redes sociales, de premiar o castigar a una empresa en función de su adhesión a estas tendencias, la ética y la empatía se convierten en dos de las habilidades más críticas que un empleado del siglo XXI deberá tener si queremos avanzar realmente hacia un mundo más seguro, más armónico y más respetuoso en todos los sentidos.
Al reconocer estos patrones, es importante entender las habilidades, comportamientos y actitudes significativas que tus futuros empleados necesitarán para convertirse en ciudadanos globales que contribuyan. Esta participación a escala mundial, a su vez, tendrá un impacto positivo en sus propios resultados.
Las conclusiones de McKinsey
En un esfuerzo por abordar estas y otras cuestiones relacionadas, el McKinsey Global Institute realizó recientemente una encuesta a 18.000 personas en 15 países. En ella, examinaron el tipo de puestos de trabajo que se perderán o crearán a medida que la automatización, la IA y la robótica se expandan. Para sorpresa de todos, el MGI determinó que la necesidad de habilidades manuales, físicas y cognitivas básicas disminuirá, aunque la demanda de habilidades tecnológicas, sociales, emocionales y cognitivas superiores aumentará.
Su investigación identificó 56 habilidades fundamentales, que se muestran en el siguiente gráfico. En pocas palabras, cuanto mejor sea una persona en este conjunto de habilidades, mejores serán sus posibilidades de empleo, mayores ingresos y satisfacción laboral.
Definición de las competencias básicas
Cualquier mercado laboral automatizado, digital y dinámico exigirá que los trabajadores tengan estas habilidades fundamentales:
● Capacidad para añadir más valor del que proporcionan la automatización y la IA
● Talento para trabajar en un entorno digital
● Aptitud para la innovación y la adaptación continua a este nuevo mundo.
McKinsey definió las habilidades fundamentales en cuatro amplias categorías: cognitivas, digitales, interpersonales y de autoliderazgo. Éstas se desglosan a su vez en 13 grupos de habilidades diferentes.
Copyright 2021 – McKinsey Global Institute
Educación y satisfacción laboral
¿Adivina qué? Un buen desarrollo de competencias es una asociación entre las empresas, el gobierno y las escuelas. Los países con sistemas de aprendizaje bien establecidos tienen menos desempleo juvenil que los países en los que la formación profesional se imparte principalmente en las aulas.
Sin entrar en demasiados detalles, los que tienen un mayor nivel de educación suelen estar mejor preparados para los cambios en el lugar de trabajo. Sin embargo, una mayor educación no se traduce necesariamente en una mayor confianza en sí mismo, valor, asunción de riesgos, empatía, orientación, resolución de conflictos o capacidad para hacer frente a la incertidumbre.
Una buena parte de estas habilidades debería provenir del sistema educativo, con la vista puesta en ayudar a sus estudiantes a convertirse en ciudadanos globales responsables que puedan actuar para resolver un problema, ya sea individualmente o con otros.
En cuanto a los ingresos más altos, las claves fueron la comprensión de los sistemas digitales, el uso y desarrollo de software, la planificación/manera de trabajar y la comunicación.
La combinación de ingresos, automotivación, bienestar, afrontamiento de la incertidumbre y confianza en uno mismo fue lo que más influyó en la satisfacción laboral.
Sin embargo, como no hay garantía de que nada de esto ocurra, ni se puede contar con la consistencia de una experiencia escolar a otra, las empresas deben planificar para proporcionar formación complementaria en estas áreas y otras relacionadas.
Porque, como dijo el empresario y futurólogo estadounidense Alvin Toffler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender“.